viernes, 24 de diciembre de 2010

El niño Jesús azteca



Ciudad de México.- Paulina García

Su nombre quiere decir “Colibrí Izquierdo o Colibrí del Sur”; de los cuatro rumbos, ese le correspondía, ell colibrí, es una quinta parte de su peso (puro corazón), en sus plumas aparecen todos lo colores del arco iris, es  el ave más pequeña del mundo y es la única que puede volar hacia atrás; representa la voluntad.

Es también el dios azteca de la guerra quien se dice que fue un hombre que por su fortaleza y destreza en la guerra fue honrado y adorado por los mexicas a quienes guió desde su salida de Aztlán hasta que fundaron la grandiosa ciudad de Tenochtitlán.
A partir de entonces fue temido y venerado en toda Mesoamérica. El centro ceremonial de Tenochtitlán, se construyó al rededor de su templo, engrandecido por cada gobernante azteca.

Su nombre es Huitzilopochtli

Cuenta la leyenda que los Aztecas celebraban el nacimiento de Huitzilopochtli (en la época de Navidad) por la noche y al día siguiente había fiesta en todas las casas, donde se obsequiaba a los invitados suculenta comida y unas estatuillas o ídolos pequeños hechos de maíz azul, tostado y molido, mezclado con miel de maguey.

Cada año, en el primer día del Panquetzaliztli se realizaba culto al dios Huitzilopochtli, conocido también como el Niño Sol , quien había muerto el 20 de diciembre y había renacido el día 21 de diciembre durante el Solsticio de Invierno, después El Niño se iba a Mictlán (Reino de los Muertos) donde se transformaba en colibrí para regresar el 24 de diciembre, el día en que el sol resurgía de Malinalco en medio de rituales y danzas.

Existen distintas circunstancias que relacionan al niño Jesús y Huitzilopochtli; recordemos que Cristo fue concebido por la Virgen María (Tonantzin, máxima deidad femenina azteca adorada por los antiguos mexicanos) y una vez que nace el niño el imperio ordena asesinarlo; la misma acción ocurre contra Huitzilopochtli al intentar ser asesinado por sus hermanos.

Sin embargo, encontramos un suceso aún más interesante que es cómo se relaciona la forma en que es concebido Jesús  y la leyenda del nacimiento de Huitzilopochtli, esta última se presenta a continuación:

Coatlicue, “La de la Falda de Serpientes”, siendo virgen, cumplía con su penitencia barriendo cada día en la sierra de Coatepec. Un día al estar barriendo descendió sobre ella un plumaje, como una bola de plumas finas, en seguida lo recogió y colocó una pluma en su seno. Cuando terminó de barrer, buscó la pluma que había colocado en su seno, pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue quedó embarazada sin intervención de varón. Entonces resucitaron los cuatrocientos hombres, los Centzon Huitznahua, las estrellas del sur que Tezcatlipoca había creado y que murieron antes de que el sol naciera; Coatlicue era la madre de ellos, quienes tenían una hermana llamada Coyolxauhqui, “La de los Cascabeles de Oro en las Mejillas”, cuando se dieron cuenta, se enojaropn y preguntaron “¿quién la embarazó?, ¿quién nos infamó y avergonzó?” y Coyolxauhqui les dijo: “Hermanos matemos a nuestra madre porque nos infamó, habiéndose a escondidas embarazado.” Cuando Coatlicue se enteró, se atemorizó, pero su criatura, llamado Huitzilopochtli, le hablaba y la consolaba diciéndole:”No temas que yo sé lo que tengo que hacer”

¿Cómo ven, existe alguna relación entre el niño Jesús y Huitzilopochtli?, ¿son tan diferentes entre sí cómo nos lo han hecho creer?

Ambas culturas, religiones o ideas son tan valiosas como la identidad mexicana, hemos cometido el error de vivir totalmente en el pasado o en el futuro más nunca en el presente, por eso llevamos años en la nostalgia de la destrucción del Imperio Azteca, sintiendo el dolor que le causó a la nación una invasión y reclamando la conquista de América.
Y entonces, no nos damos cuenta que lo anterior solo ha provocado que vivamos en el recuerdo y hemos olvidado que los hechos más fuertes de “la conquista” se dieron en México porque ninguna otra nación del mundo hubiera soportado el reto de cambiar su idioma, su cultura, y su ideología para crear una nueva cultura reforzada por una raza de seres humanos aún más fuertes, creativos e inteligentes.

Las historias presentadas son solo una muestra de cómo los Dioses del Imperio Azteca se transformaron junto con su gente en los nuevos mexicanos, pues bien sabían que solo esta nación se atrevería a extinguir un linaje, para cumplir con la tarea que le es propia: crear grandes civilizaciones.

Fuentes:
Trejo, Silvia. Dioses, mitos y ritos del Mexico antiguo, México: Porrúa, 2004, 256 pp.
Velasco Piña, Antonio. Regina, México: Jus, 1987.
Web:

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